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1 de octubre de 1993Mi tío y su novia me recogieron esa tarde para ir a comprar una pequeña red de pesca. Al día siguiente iríamos al río Alberche a pescar peces y cazar ranas que luego mantendríamos en una bañera en la casa del pueblo. Nos encantaba pasar los fines de semana haciendo eso y antes de que llegara definitivamente el frío, decidimos ir una última vez. Tras comprar la red, mi tío me llevaría a cenar y al cine, pues esa misma noche se estrenaba Parque Jurásico y yo estaba entusiasmado con poder ver  esa película. Prometía ser el fin de semana perfecto. Sin embargo, casi nos quedamos sin poder verla ese día. No quedaban entradas; íbamos de  cine en cine y en todos tenían las entradas agotadas o la sesión ya había comenzado. Finalmente y cuando ya lo daba todo por perdido, conseguimos las ansiadas entradas (lo bueno de entonces es que había decenas de salas por todo Madrid). Fue la primera de las cuatro veces que fui a ver esa película en pantalla grande. Salí impactado. Nunca olvidaré el efecto que causó en mí esa música, ese realismo en los efectos especiales. Ese director.

A partir de esa noche y animado por su hermana, Álvaro Arciniega empieza a mostrar un gran interés por la cinematografía, empezando a grabar sus primeros cortometrajes con tan sólo 9 años y utilizando la cámara de vídeo familiar y sus mascotas y juguetes como actores.

   

Pronto, el interés por el cine se transforma en pasión y a lo largo de los siguientes años sigue grabando gracias a la colaboración que le prestan sus amigos del colegio, los cuales actúan para él en sus cortometrajes. Todo ello con el apoyo del director del centro que le da la posibilidad de utilizar las instalaciones como improvisados platós de grabación, pero consiguiendo únicamente grabaciones amateur como resultado de una lógica falta de medios técnicos.

En 2002, tras terminar sus estudios en el colegio, entra en la Escuela Superior de Artes y Espectáculos TAI, lo que supondrá un giro total en su vida. Es a partir de entonces cuando comienza a preparar sus primeros proyectos profesionales, iniciando esta nueva etapa el cortometraje “La Gente del Norte” (2003), que también escribe y produce y donde hace su primera incursión en la composición de música para la imagen.

   

Ese mismo año grabaría también “Un cuadro a las brujas”, un mediometraje ambientado en el Siglo XIX en el que trabajaron más de 80 personas bajo su dirección.

En 2005 llega “El cinquillo de la muerte”, proyecto de fin de carrera rodado en 35mm que obtiene la máxima calificación recibiendo muy buenas críticas. El cortometraje, protagonizado por José Carabias es seleccionado en varios festivales de cine y recibe el apoyo de la escuela en cuanto a promoción se refiere.

Una vez concluida su formación académica, comienza a grabar diversos vídeos corporativos que le generan sus primeros ingresos económicos como realizador. Entre ellos destaca el vídeo promocional “Farmapirámide” un proyecto de la químico farmacéutica Covex Farma que se presentó en el Ifema ante el embajador de Rusia y logró atraer inversión extranjera para la construcción de fábricas modulares.

Durante un largo periodo de tiempo, trabaja también junto al grupo de rock indie/punk ‘Los Acusicas’, fundado por Mauro Canut (Los vegetales) y Joaquín Rodríguez (Los Nikis), realizando diversas funciones en varios de sus videoclips como ayudante de dirección, foto fija o incluso figurante. Su último trabajo con ellos es la dirección del videoclip “80 personas en un autobús”, single de su tercer disco de estudio ‘Telebasura’.

Estos últimos trabajos los compagina con esporádicos servicios de duplicación e impresión de soportes ópticos que brinda a algunos compañeros de la escuela de cine. En muy poco tiempo, su cartera de clientes crece exponencialmente y es a comienzos de 2007 cuando Álvaro planifica la creación de una productora audiovisual que preste además servicios de duplicación personalizada de soportes ópticos a gran escala. Para ello le propone ser socios a un ex-compañero de clase y amigo suyo. Menos de un año después, el 22 de enero de 2008, nace Espejo Digital Estudio, S.L., una empresa que inicia su actividad como productora cinematográfica, sello discográfico y duplicadora de soportes ópticos.

Poco a poco y con mucho esfuerzo y sacrificio logran abrirse camino entre la extensa competencia y, a pesar de la crisis económica que empezó a azotar el país ese mismo año, consiguen un constante aumento de ventas año tras año hasta convertirse actualmente en una de las principales empresas de referencia en el sector a nivel nacional. A mediados de 2013, funda Amigos de Karras, S.L. junto a dos de sus íntimas amigas, con quienes llevaba varios meses trabajando en la idea de la creación de un bar de copas con ambiente de música Rock y decoración de cine y series de TV. Y en septiembre de ese mismo año abre por fin sus puertas Twist & Shout Bar, en pleno corazón de Madrid.

El bar ofrece un horario continuo desde las 9.00 h de la mañana hasta las 2.30 h de la madrugada adaptando su oferta según la franja horaria, sirviendo desayunos a primera hora, comidas para los trabajadores de la zona a medio día, para pasar a una extensa carta de coctelería y chupitería por la noche, todo ello apoyado por una cuidada y cambiante iluminación ambiente. Durante los siguientes 16 meses dedica todo su tiempo a sacar adelante las dos empresas, llegando a completar jornadas de 19 horas de trabajo al día, lo que empieza a hacer mella en su salud. Así pues, en enero de 2015 decide salir de Twist & Shout para dedicarse de lleno a Espejo Digital Estudio y retomar su camino en el audiovisual, después de varios años apartado para dedicarse a sus empresas.

Actualmente, Álvaro se encuentra preparando un nuevo cortometraje, cuyo título será ‘Dhonostierra’.

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